De
acuerdo a lo estipulado entre el Excmo. y Rmo.
Sr. Obispo, Mons. Dr. Agustin Boneo y el Rdo.
Hno. Jumaelien, este envió a Santa Fe,
en fecha 13 de Septiembre de 1904 a los. Hnos.
Jadére, Libier y Ambrosio como primer
contingente de la nueva Comunidad que debía
actuar en el Colegio Jobson. El Sr. Obispo los
recibió con la mayor cordialidad y hasta
tuvo la amable deferencia de invitarles a su
mesa el día de la llegada. Quince días
después, o sea el 28 del mes citado,
arribó un segundo grupo, compuesto por
los Hermanos Víctor, Cipriano y Jaime,
y, finalmente, el personal quedó completado
el 8 de Noviembre de ese mismo año con
el arribo del primer Director, Rdo. Hno. Jenofonte,
y cinco Hermanos más.
No escapó a la mirada perspicaz del inteligente
Director lo inadecuado del local, la deficiencia
del mobiliario y otras notables dificultades
que se presentaban para emprender con éxito
la obra educadora, siendo una de éstas
la excentricidad en que se hallaba ubicado el
Colegio y, por lo tanto, la incomodidad que
tendrían los niños para concurrir
a él, dado que ni había medios
de comunicación; pero nada fue capaz
de desalentarle, ni menos de arredrar su voluntad
firme y decidida. Con una perseverancia, un
tino y un manejo admirable de las cosas, lo
dispuso y ordenó todo, de tal manera
que muy en breve dejó el edificio en
condiciones de prestar los mejores servicios,
y otro tanto hizo con el mobiliario de que pudo
disponer. De inmediato planeó los programas
de estudios para los seis grados del primario
y para un curso comercial anexo, de modo que
todo quedó listo para iniciar las clases
en los comienzos de Marzo de 1905. Antes de
esta fecha había llegado otro contingente
de Hermanos que elevó el número
de la Comunidad a dieciocho miembros, lo que
facilitó en gran manera el poder atender
ampliamente todas las clases y otros servicios.
Con todo, en ese primer de ejercicio escolar
el número de alumnos fue escaso, debido
a dos causas principales: primero al fracaso
de la anterior administración que había
motivado el cierre del Colegio, y segundo a
lo apartado que se encontraba éste del
centro de la población, agravado, como
se ha dicho, por los escasos medios de comunicación
de que disponía la ciudad en aquél
entonces. En vista, pues, de esta última
deficiencia, la Dirección estableció
un servicio de coches para el transporte de
alumnos medio pupilos, sin que ello diera, por
el momento, los resultados que se esperaban.
Como es fácil suponer, ese primer año
de ejercicio en el apostolado, resultó
precario para los Hermanos, siendo sus causas
la escasez de alumnos, por una parte, Y la falta
de medios de subsistencia, por otra. Si bien
el Superior Gobierno de la Provincia había
otorgado 25 becas de cuarenta pesos anuales
cada una, esa suma resultó del todo insuficiente
para atender a los gastos de manutención
y arreglos que fueron menester, y los primeros
Hermanos tuvieron que soportar los duros aguijones
de la estrechez y pobreza a que estaban reducidos.
Con todo, jamás decayó en ellos
el ánimo y el buen humor, abrazando esa
prueba con alegría, como siendo prenda
segura de éxito para el porvenir. Los
acontecimientos posteriores confirman con elocuencia
de que sus esperanzas no fueron defraudadas,
y que lo que sembraron en el dolor, dió
frutos sabrosos que recogieron con alegría.
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En
ese mismo año de 1905, los Hermanos trabajaron,
a pesar de la escasez de alumnos y de recursos,
con un celo verdaderamente admirable, de tal manera
que el Colegio dejó sentado un sólido
prestigio, no sólo por el valor pedagógico
de la enseñanza, sino por el cambio radical
que se había operado en los niños
bajo esa disciplina sabia y prudente que es característica
de los hijos de San Juan Bautista de La Salle.
Dos hechos llamaron poderosamente la atención
en el año citado y despertaron el entusiasmo
y el interés entre las familias: fueron
las fiestas de Primera Comunión y la solemne
Distribución de Premios, esta última
al finalizar el año escolar; ambas fueron
presididas por el Excmo. Sr. Obispo. En Santa
Fe jamás se habían visto fiestas
de esa naturaleza, preparadas con tanta solemnidad
y buen gusto, y ello produjo el mejor efecto y
dejó la impresión más favorable
entre cuantos las presenciaron. Todo ello vino
a cimentar el crédito del Colegio, dando
por resultado un aumento considerable del alumnado
en los años subsiguientes.
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Tampoco
pasó inadvertido en el campo de los negocios,
los sólidos y bien fundamentados principios
de comercio que hablan recibido los alumnos de
Primer Año Comercial, lo que motivó
elogiosos comentarios entre las personas del ramo,
y esto vino a confirmar a la Dirección
en la idea de establecer definitivamente en el
Colegio el Curso Comercial completo, idea que
fue aplaudida y tuvo la más amplia aceptación
en las esferas comerciales de Santa Fe.
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